Una transición justa no puede lograrse sin replantearse fundamentalmente cómo se genera, distribuye y utiliza la riqueza, y sin garantizar que todos los trabajadores ganen un salario digno. Estos dos elementos están entrelazados, con el objetivo de crear un sistema económico que no solo sea ambientalmente sostenible, sino también socialmente equitativo e inclusivo, es decir, sin la redistribución de la riqueza.
El concepto de transición justa hace hincapié en garantizar que el cambio mundial hacia una economía sostenible y de cero emisiones netas se produzca de forma justa e inclusiva, sin dejar a nadie atrás. En este marco, la redistribución de la riqueza y la garantía de salarios dignos son absolutamente cruciales, especialmente cuando se consideran las cadenas de suministro globales y las corporaciones multinacionales.
El sistema económico actual, que depende en gran medida de los combustibles fósiles y de las prácticas laborales explotadoras en las cadenas de suministro mundiales, ha dado lugar a una importante concentración de la riqueza y ha exacerbado las desigualdades. El cambio climático afecta de manera desproporcionada a las comunidades vulnerables y a los países del Sur Global que menos han contribuido a la crisis. Una transición justa exige reconocer estas injusticias históricas y reequilibrar la esfera económica.
Las empresas multinacionales se benefician de salarios de miseria en sus cadenas de suministro mundiales. Una transición justa exige que estas empresas asuman la responsabilidad de los impactos sociales y medioambientales en toda su cadena de valor. Garantizar salarios dignos es un paso clave para rectificar la explotación del pasado y establecer prácticas comerciales más éticas y sostenibles.
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